La posibilidad del lugar

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Anzuelo para las ideas: el globo terráqueo de Martin Behaim de 1492. La sensación de no estar, de deber encontrarse y emprender en cada ensayo un viaje para lograr el reconocimiento del yo a través del mundo. Y viceversa.
América no tuvo lugar en aquella representación de la Tierra, de ahí que la afirmación de Arciniegas sea posible: nuestra América es un ensayo. Lo es por esa calidad de cosa inacabada e informe, adjetivos que son más atributos hacia el futuro que propiedades de un ahora.
La pregunta evidente, ¿por qué Latinoamérica está ligada al ensayo?, me asalta de inmediato. Las respuestas mojaron los minutos que duró la charla.
En este territorio la palabra clave es “mezcla”. Mestizaje, fusión de creencias, entretejido de sabores, de paisajes, costumbres y sueños construyen la materia del universo americano. El mestizo es el hombre que no tiene lugar, es la más grande traición a las razas y hace suyo un mundo nuevo que ya nunca jamás será aquel de los abuelos, sino un paisaje que se ve con los ojos de la incertidumbre. Apenas puedo imaginar la impresión de los primeros mestizos en América. Vivir en el mundo indígena o negro, rompiendo la línea de sangre, sin pertenecer al mundo peninsular, en un territorio que pronto se convertiría en papel en blanco sobre el cual habría que escribir[1].
Estas ideas, la del no-lugar, la no-pertenencia y la del descubrimiento sostienen la relación América-ensayo. La primera América fue destruida y los peninsulares no poblaron el territorio, simplemente se avecindaron en un lugar habitado por nadie, ese mismo nadie que responde a la pregunta “¿quién anda ahí?”. Nosotros los mestizos somos una mezcla de ecos de distintos cantos. Los mestizos se integraron desde afuera, la frontera es su (tu, nuestro) hogar y la indeterminación (su, tu) nuestro sustento.   
El viaje de Colón tuvo algo de extravío, su objetivo era la India, pero llegó a ese territorio sin nombre ni lugar en el mundo todavía. Algo similar plantea Liliana Weinberg al indicar que en el ensayo el autor se pierde, de cierta manera, en el camino de la idea principal a la conclusión. Su carácter subjetivo, afirma, le permite ser un género libre, se puede hablar de todo y casi de cualquier modo. Pero, no hay tinta más bella que la de los recuerdos.
América es el resultado de lo inesperado. Lo desconocido es materia prima de este continente como lo es del ensayo. Lo desconocido, lo aún no visto, lo que carece de nombre. Siempre estamos en camino de perdernos. Los americanos buscan continuamente, y cuando digo “los americanos” en realidad quiero decir “nosotros los informes”, cuando digo “americanos” deseo nombrar a todos aquellos seres carentes de lugar que se ven en la necesidad de construir uno propio, de habitarlo, observarlo con detenimiento  para después cambiarlo. 
Pienso en las palabras y ensayo. Ensayo. En sayo. Enza yo. No debe ser casualidad: una de las acepciones de la palabra “enza” es la de 'señuelo'. El señuelo tan cerca del yo, el yo como señuelo de la verdad de nuestros mundos. El sueño es la ave que atrae otras realidades. La realidad es sólo una particularidad del mundo onírico. Sólo basta tocar las palabras, agitar un poco los días y las cosas se abren como flores ante los rayos del sol, de la misma forma que se rompe una pompa de jabón.  
Ahora puedo sonreír porque esta búsqueda dio resultados, perderse en el mar blanco es como viajar al rededor del mundo desde una habitación. La memoria me falla, los caminos se bifurcan y todo vuelve a ser nuevo, ignoto, prístino, los ojos olvidan tan rápido y ahora ya estamos en otro lugar. El lugar del ensayo. Las posibilidades del lugar. Ahora ya somos otros.





[1]   Recuérdese que la mortalidad de los primeros años de la colonia convirtió amplias zonas de Mesoamérica en territorios despoblados. 

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