Duarte
es mi gobernador. No voté por él, ni siquiera estaba en Veracruz
cuando fue electo, pero lo es. Es mi gobernador porque es el
gobernador de los corruptos que desvÃan millonarios fondos y de los
corruptos que se quedan con un peso dado de más en la tienda de la
colonia. Es mi gobernador porque es intransigente, de la misma manera
que lo soy cuando no soporto la crÃtica ajena, por más superflua
que sea. Duarte es mi gobernador porque es un gobernador
irresponsable, como lo soy a la hora de emprender un proyecto. Es el
gobernador de las omisiones, mismas que cometo al no exigir ni dar
seguimiento a nada y sólo quejarme de manera estéril. Es el
gobernador que calla a los periodistas, periodistas a los cuales yo
no escucho. Es el gobernador que tiene todos los defectos posibles, y
es mi gobernador porque a pesar de saberlo, no hago nada para que
deje de serlo. Es mi gobernador porque soporto que su pestilente
carcajada reduzca mis palabras a silencio.
Hoy,
más que nunca, creo que tenemos el gobierno que merecemos y que su
elección, por las mayorÃas, no puede ponerse en duda. Porque si no
soy de los nacos que venden su voto por una torta y un refresco, soy
un creador que institucionaliza su crÃtica a cambio de una beca o el
estudiante que vive en una fiesta continua, ajeno a la realidad de
una vida laboral. Porque pido elecciones sin fraudes, organizadas,
creÃbles, pero a la mÃnima oportunidad trato de hacer trampa en un
examen, o heredo una plaza o babeo ante la tentación de un hueso.
Porque soy capaz de hacer una revolución en redes sociales,
ignorando falsamente que el mundo es un poquito más grande que
internet.
Duarte
es mi gobernador porque el gobierno siempre tendrá la culpa, y si no
es el gobierno, es el vecino o si no mis padres por ser muy pobres o
muy ricos, o por no ser ni tan ricos ni tan pobres. Porque marcho
para que no haya más violencia pero ante la tentación de un churro
de dudosa procedencia nunca diré no, y olvido que al esnifar coca
estoy también esnifando sangre.
Este es el gobierno que merezco porque callo y obedezco y hago callar y
obedecer a quien se deje. Porque sólo mi lucha será la legÃtima
—¡aquellos pobres manipulados de los 400 pueblos, aquellos
irracionales de la CNTE, aquellos chairos de humanidades o aquellos
pobrecitos jubilados, no son yo!—, y todo aquello que es ajeno a
mà tendrá la gracia de mi indiferencia.
Duarte
es mi gobernador porque acepto la idea de una democracia instantánea,
de un dÃa, máximo dos. Una participación ciudadana fácil: me
pintan el dedo y ya cumplÃ. Porque acepto participar en una farsa
democrática, donde sólo se cuentan los votos de los acarreados;
porque, aunque me crea superior a aquellos que votan por el PRI a
cambio de una torta o de unas láminas, yo también soy un acarreado,
incluso si voto por un «cambio»: mi torta está compuesta de
ceguera, evasión, corta memoria y esperanza acrÃtica.
Los gobiernos no son plagas que caen sobre los pueblos inocentes sin razón alguna, son cabezas de aves y si el nuestro tiene rostro de buitre, es porque las alas, las garras, las entrañas, corresponden a las de una ave de rapiña.
Los gobiernos no son plagas que caen sobre los pueblos inocentes sin razón alguna, son cabezas de aves y si el nuestro tiene rostro de buitre, es porque las alas, las garras, las entrañas, corresponden a las de una ave de rapiña.